viernes, 17 de octubre de 2008

EL LLAIMA: UN MAZISO DE LA ARAUCANIA.

Todos conocemos o ya hemos oído hablar del volcán Llaima. Este se ubica entre las comunas de Melipeuco y Vilcún en la provincia de Cautín, con una altitud de 3.215 metros.

En la época de los conquistadores españoles en la región, éstos llamaban al volcán “Imperial” porque era visible desde el fuerte de La Imperial. Pero un oficial, durante el período de la ocupación de la Araucanía, hacia fines del siglo XIX, menciona que los mapuches lo llamaban “Chanel” o “Chañel” que significa dedo, debido a su forma puntiaguda. Pero esta cambió en la explosión del año 1876 y los mapuches lo llamaron Llaima y este nombre se ha mantenido hasta nuestros días, aunque hay dudas sobre su significado porque se dice que puede ser “desaguero” o “zanja” debido a una grieta que apareció cerca del cráter en una erupción de 1873; o también según otras traducciones, su significado sería “venas de sangre” o “viudo”.

El volcán Llaima se considera como uno de los que tienen mayor actividad del país, pero a pesar de esto su belleza paisajística ha contribuido a que se convierta en un importante destino turístico y esto es bueno para la región porque así se obtienen más ingresos y las personas pueden conocer y estar en más contacto con la naturaleza.



También se recuerdan los episodios de erupciones simultáneas del Llaima con otros volcanes que tuvo que vivir el pueblo mapuche, ocasionando muchos desastres obligándolos a emigrar, vasta con recordar el daño que puede provocar un solo volcán en erupción como fue el caso del Chaitén, para imaginarse todos los daños que provocarían dos o mas volcanes botando lava en su entorno con cenizas y rocas.

La erupción mas reciente del volcán fue este año 2008, el 1 de enero donde las autoridades evacuaron a unos 140 turistas, a funcionarios de CONAF y algunos pobladores de Melipeuco se fueron a Cunco. Sus primeros desprendimientos se registraron hacia Argentina, luego disminuyó su intensidad pero retomaba con cierta fuerza los siguientes días hasta fines de febrero donde terminó su actividad, o sea, para todas las personas que vivían a los alrededores no fue un buen verano, ya que, tenían que estar con la preocupación de que si el volcán iba a hacer erupción o no y algunos incluso debían dejar sus casas. Siete meses después, el 1 de julio volvió a presentar actividad, declarándose primero alerta amarilla y luego roja. Por suerte no se registraron grandes daños y destrozos, o si no, esto hubiera acabado completamente con la zona y las viviendas de las personas.

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